Los caballeros legendarios galopan a sus anchas por la antigua Ragusa. Se cuenta que el famoso Roldán acudió una vez a liberar la ciudad asediada. En el extremo sur, frente a la iglesia de San Blas, se encuentra la columna de Orlando (s. XV). Antes de la implantación del sistema métrico decimal, la medida de longitud en la ciudad era el antebrazo de la estatua.
El acceso más transitado a la vieja ciudad es por por el oeste. Al traspasar la puerta Pile, fuertemente amurallada, destaca la curiosa fuente de Onofrio, una curiosa estructura abovedada, adornada con máscaras por cuyas bocas fluye el agua.
El recinto amurallado (Stari Grad) es realmente pequeño, de apenas unos cientos de metros de diámetro, que coinciden con la calle principal, Placa Stradun, una de las calles más hermosas del mundo. A a ambos lados de esta línea recta se despliega un laberinto piedras, callejuelas y escaleras salpicado de monumentos, perderse en la ciudad es algo imprescindible para todo amante de la historia y el arte.
Para Bernard Shaw, Dubrovnik era el paraíso en la Tierra.
La cúpula de la catedral barroca
En 1991, los serbios sitiaron la ciudad. Los salvajes bombardeos dañaron la tercera parte de los edicifios de una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. En 2004, cuando fueron tomadas estas imágenes, no era difícil descubrir por las calles impactos de bala y de la artillería serbia aunque Dubrovnik, haciendo honor a su sobrenombre de "Perla del Adriático", ha sabido ocultar sus cicatrices.