
El castillo de Alburquerque, declarado Monumento Nacional en 1924, es uno de los castillos más impresionantes de los muchos que coronan los montes de Extremadura.

Testigo vivo de una vasta y turbulenta historia, gran parte de su porte actual se debe a don Álvaro de Luna, Maestre de la Orden de Santiago y Condestable de Castilla, quien fue señor del castillo a mediados del siglo XV. A él debemos la impresionante torre del Homenaje y el peculiar arco ojival que facilita el acceso al piso superior, además de parte de las tres líneas de muralla que defienden la fortaleza.