Esta entrada es un eslabón -otro más- de una cadena que persigue un fin muy concreto: poder ver completamente rehabilitado el patrimonio cultural que ilustran las imágenes que siguen. El culpable de todo este embrollo es el escritor Gabriel Cusac, que se ha propuesto no tener que escuchar un
réquiem por los réprobos de Talaván. A él hay a que agradecer que este tema se esté moviendo, esperemos que con buen fin.
Hace unas semanas, la edición local de Cáceres del
Diario Hoy publicó una relación del patrimonio de esta provincia que
Hispania Nostra, única asociación española que defiende el patrimonio cultural en toda su integridad conceptual y geográfica, incluye en su infame
lista roja. Había dos lugares que no conocía y tenía la firme intención de remediar tal situación. Además, poco tiempo después recibí un correo de Jesús, el inquieto habitante de los
Extremos del Duero, con quien comparto intereses, bitácoras e inquietudes. De modo que el universo conspiró para visitar la capilla del cementerio viejo de Talaván o ermita del Santo Cristo.
Impelido por Jesús, armado de cámara y de lo que había leído, e ilusionado por formar parte de la cadena que ahora me engancha, me fui a Talaván hace unos días (23 de marzo de 2014) para visitar un lugar que, no sin cierto rubor, he de reconocer que no conocía a pesar de su cercanía. Y esto fue lo que encontré.
De la ermita apenas queda en pie una pobre capilla abovedada, de forma irregular, decorada con unos espectaculares esgrafiados que no dejan a nadie indiferente y en los que apenas voy a profundizar porque a estas alturas de la cadena huelgan más descripciones de sus elementos artísticos y arquitectónicos. Expertos con sobrados conocimientos ya han dicho casi todo, como la historiadora bejarana Carmen Cascón (
Leer aquí) o el impenitente extremeñófilo Samuel Rodríguez (
Aquí).
Vista cenital de la cúpula (imagen tomada con la indispensable ayuda de C. Ibero). El centro lo ocupa un mandala de 21 pétalos del que parte una retícula de esgrafiados. En la base de la estructura se aprecian los famosos réprobos, que rodean el conjunto unidos por sus alas a modo de friso. Debajo de ellos figura una cita en latín del profeta Isaías y la fecha de su construcción: 15 de marzo de 1628.
Los réprobos, como acertadamente los ha bautizado Gabriel Cusac, son sin duda los elementos más llamativos de todo el conjunto. Su mirada -no sé si perdida o acusadora-, su aspecto feroz, sus fauces amenazantes, sus alas y sus curiosos capirotes moteados en rojo con borlas colgantes componen una estampa de lo más sugerente. Una estampa rasgada por profundas grietas, desgastada por el tiempo, acuciada por la humedad y amenazada por la desgana de unos cuantos.
El estado en que se encuentra el antiguo cementerio por el que se accede a la ermita es lamentable. En esta época del año, todo el entorno está completamente oculto por la vegetación. Pero no hay que cruzar esta maraña casi impenetrable para llegar a ver lo que queremos ver. El acceso al recinto, que no es más que un hueco fácilmente practicable en el muro perimetral, está a pocos metros de la puerta de la ermita que se vislumbra al fondo de la imagen.
Visión de la ermita desde la puerta de acceso a la misma. Al fondo, en la única zona que permanece cubierta por la cúpula, pueden distinguirse algunas de las famosas criaturas aladas de rostro perturbador que figuran con más detalle en otras imágenes. A la derecha, algunos nichos vacíos dejan ver que el recinto se adaptó como cementerio municipal en el siglo XIX y parte del XX.
La mayoría de paredes y techos de la ermita se han perdido al igual que los esgrafiados que un día lucieron. Actualmente, apenas quedan restos del peculiar programa decorativo bajo la bóveda y en la parte alta de los muros. En la base del único arco que aún desafía a la gravedad se encuentran dos medallones. En uno se aprecia la cabeza de un hombre con bigote felino y cubierta por algo similar a un bombín. En el lado opuesto, se aprecia el rostro de una misteriosa mujer tocada por una capa de espiga y escoltada por criaturas fantásticas, mitad humanas mitad vegetales. Estos mismos seres aparecen en otras partes del templo sujetando medallones con elementos de la Pasión de Cristo (ver última imagen) y otros elementos apenas perceptibles. Todo ello supone un conjunto de esgrafiados, tan misterioso como atractivo, fruto de esta técnica decorativa característica de unos pocos pueblos del entorno y que se empleó entre los siglos XVI y XVIII sin parangón en otro lugar.
Imagen panorámica de la ermita y de su entorno a las afueras de Talaván. Esta es su mejor cara. El omnisciente
Diccionario Geográfico de Pascual Madoz (1849) ya decía que la ermita estaba en muy mal estado hace más de 150 años. Hoy queda lo que se ve. Exteriormente, destaca el remate en forma de pirámide irregular de ladrillo de la única zona que conserva el techo y sirve de abrigo a los "ángeles malos" que llevan ahí dentro cuatrocientos años desafiando a los meteoros (y ahora, a la desidia de unos pocos).
Ahora, es el turno de Nacho Fernández, que inmortaliza
Desde su chajurdo, todo lo que tengas alas (aunque sean serafines, querubines o réprobos).
Dedicado a Carmen y Carlos que me acompañaron ese día pues no querían dejar pasar la oportunidad de visitar cualquier cosa curiosa, como este antiguo cementerio extremeño, por muy abandonado, desacralizado y desamortizado que esté. Tampoco ellos quieren escuchar un réquiem por los réprobos de Talaván.
Para saber más de esta cadena:
Colaboraciones de Extremadura, caminos de cultura: Salvemos la Ermita del Santo Cristo de Talaván.
http://caminosdecultura.blogspot.com.es/2014/03/colaboraciones-de-extremadura-caminos.html#comment-form
Los angeles malos de Talaván, Antonio Aviles Amat.
http://gabrielcusac.blogspot.com.es/2014/03/los-angeles-malos-de-talavan-antonio.html
Leyenda de los réprobos de Talaván.
http://gabrielcusac.blogspot.com.es/2013/10/leyenda-de-los-reprobos-de-talavan.html
Carmen Gascón Mata. Levanté el rostro hacia el cielo.
http://gabrielcusac.blogspot.com.es/2014/02/levante-el-rostro-hacia-el-cielo-carmen.html
continuará...