El castillo de Castilnovo o de la Encomienda se levanta a pocos kilómetros de Villanueva de la Serena, junto a carretera N-430, lo que hace fácilmente visible, que no visitable. Su estado de conservación es desigual, no es malo aunque sí mejorable. El edificio tiene partes mucho más antiguas que otras. Su origen se remonta a los primeros años del siglo XIV, si bien fue levantado sobre los restos de una fortaleza árabe anterior. Su nombre se debe a haber sido cabeza de una de las Encomiendas de la Orden de la Orden de Alcántara que tanta influencia tuvo en La Serena durante siglos.
El castillo de Piedrabuena, en San Vicente de Alcántara pero cerca de Alburquerque, era una de las fortalezas que controlaban esta disputada zona fronteriza, entre España y Portugal, entre el Tajo y el Guadiana, entre cristianos y musulmanes. También fue cabeza de una Encomienda de la Orden de Alcántara. Actualmente destinado a fines recreativos, se trata de un edificio señorial, iniciado en el siglo XIV, que se estructura en torno a un elegante patio renacentista. El recinto es flanqueado por una muralla sobre la que destacan las elegantes torres.
El castillo de las Arguijuelas de Arriba es fácilmente visible a pocos kilómetros al sur de Cáceres, junto al castillo de las Arguijuelas de Abajo, y al borde de la antigua N-630. Su construcción se inició a principios del XVI a manos de Diego de Ovando y de su esposa Teresa Rol de la Cerda. El edificio, más ornamental que defensivo, se estructura en torno a un patio central flanqueado por cuatro torres en sus esquinas desde las que dominar las ingentes cantidades de tierra de los nobles cacerenses.
El castillo de Montánchez es una vetusta fortaleza que se yergue sobre la sierra dominando un alfoz de una extensión difícil de abarcar. Su origen se apunta romano, aunque la antigua construcción se vio muy ampliada en el siglo XII por los almohades, cuya huella es fácilmente visible en los restos. Tras la Reconquista fue administrado por la Orden de Santiago. Ya sea en las cercanías de la sierra (foto en color) o desde el lejano Parque Natural de Cornalvo (justo en el centro de la imagen superior) es una de las estampas de Extremadura.
El castillo de Marmionda o de Portezuelo, se eleva en una cresta rocosa sobre la localidad homónima, vigilando un paso estratégico entre los valles del Alagón y del Tajo, el antaño fragoso río que hoy se muestra embalsado en sus proximidades. Su origen se remonta al siglo XII durante la ocupación almohade. Tras ser tomado por los cristianos fue entregado a la Orden del Temple, primero, y a la de Alcántara, después. Hoy se halla en una estado que llaman de ruina consolidada.
El rey Alfonso IX, que reconquistó buena parte de Extremadura en el primer tercio del siglo XIII, ordenó levantar el castillo de Barcarrota, en Salvatierra de los Barros, sobre los restos de una antigua alcazaba árabe con el fin de guarecer la frontera sur del reino leonés. Esta antigua residencia palaciega frecuentada, claro, por los prebostes de Alcántara y los señores de Feria, es una desafiante construcción en mampostería plagada de cubos y torreones cilíndricos que la dotan de un innegable atractivo bélico.