La villa de El Arco, o El Arquillo, se encuentra en las cercanías de Cañaveral, junto a la autopista A-66, encaramado a la sierra de Cañaveral y de Pedroso de Acim,
pero a poco más de media hora al norte de Cáceres.
Se trata de una pequeña localidad abandonada en los años 1960 que aún atesora entre sus casas y sus calles motivos más que sobrados para perdernos entre sus piedras vetustas.
Calles empedradas por las que fluye el agua en cualquier época del año susurrando tantas vivencias al borde del olvido
Más pronto que tarde, el Gobierno de Extremadura tendría que declarar El Arquillo como
Bien de Interés Cultural.
Bien de Interés Cultural.
La villa, hoy abandonada (aunque no del todo), gozó de un pasado encomiable que aún se vislumbra en sus coquetas plazuelas y que día a día es desvelado por los investigadores locales.
Lo más vivo de la localidad es su ermita, con categoría de iglesia, que ubicada en un lugar más que privilegiado, recibe periódicamente la visita de antiguos vecinos y nuevos amigos de El Arco.
Junto a la iglesia, un diminuto cementerio con tres sepulturas anónimas para casi todos.
Una imagen que se expresa por sí misma.
El entorno se recupera despacio del devastador incendio
de 2006 que calcinó 2000 has. de matorral y arbolado en la sierra. Aunque los chopos ya están brotando...
Aunque sólo fuera por las vistas, merece la pena la visita.
Desde El Arco se contemplan los inmensos llanos que lo unen a Cáceres,
la enorme masa de agua embalsada en Alcántara y, en un guiño a la modernidad,
el colosal viaducto por el que algún día volará el AVE.
En uno de los más hermosos rincones del pueblo emerge un olmo centenario que muestra todas las cicatrices del pasado. Pero esa criatura venerable, hoy agonizante, la dejamos para otra entrada...