
Lejos de ser uno de los edificios más altos del mundo, el Chrysler es sin duda uno de los más elegantes y admirados desde su inauguración el 28 de mayo de 1930. La aguja de acero que lo corona es su rasgo más distintivo y sus arcos de acero brillan sobre Manhattan noche y día



Sobre el piso 31 se sitúan varios pares de alas a imagen de las tapas de los radiadores de los antiguos Chrysler.





La peculiar ornamentación del edificio, a medio camino entre las gárgolas neogóticas y los adornos art decó, se basa en los distintivos que lucían los vehículos de Chrysler a finales de los años 20.
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