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Hubo un tiempo en que los libros de historia natural describían dragones, unicornios y otras criaturas que, evidentemente, siguen habitando entre nosotros como puentes con la Antigüedad, entre realidad y ficción, entre ciencia y mito. Es tan real, que parece fabuloso.
La localidad cacereña de Castañar de Ibor esconde, entre sus muchos tesoros naturales, uno de los parajes más hermosos y mágicos de Extremadura, un conjunto de colosos centenarios conocido como Castaños de Calabazas.
El castaño del Postuero, que se sostiene en la inestable pedriza por un impresionante sistema de raíces, es el más emblemático de todo el grupo. 700 años,
El conjunto de 15 castaños, cada uno con un nombre y una historia propia han sido declarados Árboles Singulares por la Junta de Extremadura y gozan de protección legal además de la popular.
Los castaños llevan siglos contemplando el devenir de la vida en el puerto del Postuero junto al nacimiento de la garganta de Calabazas, a escasos kilómetros de Castañar de Ibor.
Sus troncos sirvieron -y sirven- de refugios a pastores y caminantes. Las copas menguadas por la senectud, siguen desafiando el paso de los siglos y defendiendo a animales y hombres de los meteoros
La imponente pedriza que amenaza constantemente con invadir la zona que ocupan los castaños explica las descomunales raíces que necesitan estos gigantes para anclarse a un suelo tan inestable
La vida se abre camino. Árboles que cuentan con casi 800 años en sus anillos, no se resisten a dejar brotar ramas verdes de sus troncos retorcidos
Castaño de la Piedra: un coloso con un tronco de
En el paraje no es difícil vislumbrar hadas, duendes… o espíritus ocultos en el bosque
La localidad portuguesa de Buçaco, 25 kms al norte de Coimbra, alberga numerosos tesoros históricos y botánicos. Durante más de tres siglos, cuando los marinos portugueses descubrían el mundo, los monjes carmelitas que habitaban el lugar plantaron diversas especies exóticas que fueron configurando un ecléctico jardín que el excepcional microclima de la zona ha moldeado hasta lo que podemos ver hoy.
Entre flores enigmáticas, secuoyas, eucaliptos gigantes o helechos arborescentes, destaca una imponente araucaria que luce desafiante junto a una de las fachadas del antiguo palacio real portugués hoy convertido en hotel de lujo.
