En muchos de nuestros pueblos aún quedan artesanos que nos permiten disfrutar de las cosas bien hechas. Casi siempre pasan desapercibidos para visitantes que buscan el águila, el roble o la foto del paisaje sin reparar en nada más. Y no se dan cuenta que todo lo que ven y disfrutan en esas comarcas de alto valor natural o paisajístico se lo debemos a los habitantes de esos lugares.
Algo así pensaba hace unos días revisitando el Valle del Jerte, cuando el olfato nos condujo, hasta un lugar de ensueño, el horno de la panadería y dulces artesanos de Ramona Elizo, en El Torno, un pequeño pueblo de esta comarca del norte de Extremadura. Un nuevo imperio de los sentidos.
Pasión, aceite, harina, huevos, azúcar, calor y poco más. Todo ello mezclado con el buen saber hacer de unas manos expertas nos garantiza el éxito.
Y es que al margen de la fascinante naturaleza de la zona, se esconden en muchos pueblos espectáculos cotidianos que los visitantes no deberíamos perdernos. Patrimonio cultural vivo, que complementa y da vida al patrimonio natural que todos disfrutamos. Hay que visitar estos lugares, disfrutarlos y, por supuesto, comprar sus productos. Nunca decepcionan. Nunca.
Panadería dulcería Ramona Elizo. El Torno (Cáceres). Mayo, 2011