Extremadura es
tierra de dragones. Entre todas las localidades destaca Cáceres. La víspera del
día de San Jorge, y antes de ser pasto de las llamas, este animal
fabuloso se pasea todos los años por las calles de esta ciudad, como ya hemos tratado en otra ocasión.
En Cáceres el dragón es
todo un símbolo que decora parques infantiles, ilustra promociones comerciales
y forma parte de algunas de las animaciones lúdicas que se celebran
periódicamente.
Dragones y animación popular para el día de San Jorge en Cáceres en los últimos años
En cambio, las representaciones antiguas de su derrota a manos del patrón son relativamente escasas como cita Alonso Corrales y ha fotografiado mi incansable amigo Rubén con el habitual celo que siembre pone en el Detalle. Le agradezco que me haya cedido el uso de algunas de sus imágenes. Para ver algunas más y mejores, puedes hacerlo aquí y aquí.
Retablo de la
Concatedral de Santa María, en madera de cedro sin policromar y estilo
plateresco. El conjunto lo firman en 1551 los imagineros sevillanos Roque deBalduque y Guillén Ferrant.
La escena del dragón, que se atribuye a Ferrant por sus reminiscencias
flamencas, es un bajorrelieve enmarcado por un arco de medio punto que refleja
a san Jorge cabalgando en posición forzada. El dragón es pequeño y se localiza
bajo las patas delanteras del caballo, muestra una cabeza leonina, un torso
fuerte de apariencia humana y grandes garras.
En la parte
superior de un retablo ubicado en el lado del Evangelio de la iglesia de San
Francisco Javier (s. XVII) destaca una talla de san Jorge ataviado con traje
militar sobre un brioso corcel blanco dando muerte a un fiero dragón de aspecto
felino, con grandes colmillos y garras poderosas. Es una talla de un metro de
lado que se atribuye a Paulus Manhei.
Azulejos en
la escalinata interior del palacio de Golfines de Arriba. El santo patrón
emplea una lanza de gran tamaño para dar muerte a un dragón poco definido con
alas y una larga cola. Unos azulejos similares, pero de menor tamaño, muestran otro dragón, en este luchando con san Miguel, en el cercano palacio de Hernando de Ovando.
En una exposición temporal en el palacio de la Isla, donde está tomada la imagen superior, puede contemplarse esta pieza que habitualmente no se expone al público por estar en el
despacho de la alcaldía. Su origen es incierto aunque se cree que pudo pertenecer al retablo de
la desaparecida capilla de San Jorge ubicada en la antigua casa consistorial- Se trata de un relieve anónimo, de madera dorada (94x100x12 cm), fechado en el siglo XVI. Representa a un elegante guerrero a
caballo que da muerte a un dragón en presencia de una doncella. Aunque algo
ingenua en la presentación de las figuras, las proporciones y la perspectiva,
el dinamismo que presenta el caballo y la capa son destacables. El dragón aparece
en posición defensiva, es de tamaño medio, aspecto feroz, garras robustas, alas
de murciélago y cola muy larga y enrollada.
San Jorge a
caballo, que se expone en el mejorable Museo Municipal de Cáceres. Es una
escultura de finales del XVII en madera policromada (100x53x20cm), de factura
muy elemental y autor desconocido. El dragón es una masa verdosa e informe de
anatomía indiferenciada y cabeza con rasgos simiescos. Se representa vencido,
panza arriba, con dos agujeros que en su día acogerían la parte de la lanza que el conjunto
ha perdido.
En la
escalera noble de acceso al ayuntamiento se halla una escultura de san Jorge y
el dragón datada a finales del siglo XVI. Fue colocada en esa ubicación cuando
fue adquirida por el alcalde Alfonso Díaz de Bustamante en 1964. Es una pieza
de madera policromada de 120 cm de alto que tuvo que ser profundamente
restaurada hace décadas, perdiendo todo su color original. El dragón
representado no es más que una caricatura del fabuloso animal y parece un
dinosaurio panzudo con patas cortas y robustas, garras tridáctilas y alas
diminutas.
La pieza más
conocida de la ciudad es la escultura en bronce que preside la plaza de San
Jorge. Fue elaborada en la década de los sesenta del siglo pasado por el escultor gallego José Rodríguez,
que trabajaba en Arganda del Rey y que se inspiró en la imagen anterior. El acabado final es obra del escultor y fundidor Eduardo Capa Sacristán, fallecido en 2013. Por su taller, de la misma localidad madrileña, han pasado algunos de los mejores artistas españoles.
Escultura
ubicada en una hornacina a la entrada del palacio de Carvajal, sede del Patronato
Provincial de Turismo y Artesanía de la Diputación Provincial de Cáceres. Se
trata de una valiosa talla (112x42x35cm) del siglo XVI en madera policromada y autor
desconocido. Es de estilo gótico francés, con vivos colores y dotada de cierto
realismo. El santo va a pie y no en su caballo blanco, en postura reposada y
con facciones tranquilas en claro contraste con el aspecto rudo y amenazante
del dragón. San Jorge aparece con su habitual iconografía, joven e imberbe, con
pelo rubio y largo y vestido con armadura de caballero. El dragón, de notoria
ingenuidad representativa, es de color verde oscuro con garras, orejas y fauces
de color rojo; sus patas delanteras están dotadas de garras y la mitad trasera
de su cuerpo adopta forma de serpiente.
A todos ellos
habría que añadir los desafiantes dragones alados que proliferan en el
mobiliario y la decoración interior del palacio de los Golfines de Abajo. El
dragón formaba parte de las armas del marquesado de Bedmar, uno de los títulos acumulados
por la familia poseedora de este inmueble que actualmente es visitable gracias a
la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
La presencia
del dragón es fácilmente detectable en muchos otros puntos de Extremadura. Por
ejemplo, es una imagen frecuente en la sillería del coro de la catedral de
Plasencia. En la parte vieja de este mismo templo, concretamente en la portada
románica, aparece otro dragón en la escena de la Anunciación que se encuentra entre
el rosetón y la portada.
También encontramos una amplia
diversidad de Dragones dormidos entre las rocas que afloran del enorme batolito de granito sobre el que se
asienta Trujillo y que actúan como cimientos de sus monumentales palacios. Se
trata de criaturas que
sólo son visibles para el observador que deambule atento por la villa medieval.
Dragones que reposaban olvidados entre piedras y canchos, ajenos al devenir de
la vida moderna.
Un campo
donde los dragones son muy especialmente abundantes es el de la heráldica. En
este caso el dragón se considera un ser de carácter benéfico y tutelar. Se
utiliza como emblema desde que el emperador Trajano lo adoptó para las legiones.
Tras siglos de abandono fue reintroducido por los cruzados como símbolo de los
pueblos a los que combatían. De ahí que el dragón perdiese el carácter benéfico
que tenía y que la simbología cristiana lo convirtiese en encarnación del mal y del
paganismo. En muchos países europeos el dragón aparece en los escudos de armas
como símbolo de vigilancia, de quien vela por los guerreros que luchan al
servicio de la religión y de la tradición. En la heráldica anglosajona son
frecuentes los dragones alados merced al mito del rey Arturo, hijo del dragón, pues su padre legendario
era Uther Pendragon, quien empleara esta criatura en su escudo y estandartes.
En la
heráldica española, los dragones alados fueron introducidos por el rey Pedro
IV de Aragón, quien los llevaba en la cimera de su yelmo como divisa personal.
Desde entonces esta figura quimérica tuvo cierta aceptación en la heráldica
española, donde suele representarse de perfil, con cuerpo de reptil, alas de
murciélago y patas de águila o de cocodrilo. Pero lo más frecuente es que se
blasone solo con la cabeza y casi siempre en forma de dos cabezas enfrentadas y
entre ellas una banda, conjunto que se conoce como dragantes, que supone el motivo fantástico más
frecuente en la heráldica española. Se dibujan dos cabezas de dragón de
sinople, con las fauces abiertas y linguadas de gules, unidas por una banda que
va de la boca de un dragón a la del otro (técnicamente al conjunto se denomina banda
engolada de dragantes). En realidad supone un jeroglífico que representa la
lanza de san Jorge hiriendo las fauces abiertas del dragón. Siguiendo las leyes
heráldicas en las que prima la simbología y el diseño inspirado por los
principios de abstracción, simplificación y estilización, se prescinde de la
figura del santo y del cuerpo del dragón, reduciendo el conjunto a una banda –que representa la lanza
del caballero– que se introduce en las fauces de un dragón cuya cabeza aparece en el extremo inferior. Como este
diseño quedaría desequilibrado en un escudo se añade otra cabeza en el extremo
superior de la banda para llegar al dibujo final.
Banda engolada de dragantes en el escudo que engalana la fachada de la casa de los Sánchez Paredes (Puerta de Mérida, 3. Cáceres)
Muy lindo reportaje, me ha encantado. Saludos.
ResponderEliminarMuchas Gracias, Teresa
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