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lunes, 30 de abril de 2018

Dragones en Extremadura: desde san Jorge hasta Juego de tronos (2 de 3)





Extremadura es tierra de dragones. Entre todas las localidades destaca Cáceres. La víspera del día de San Jorge, y antes de ser pasto de las llamas, este animal fabuloso se pasea todos los años por las calles de esta ciudad, como ya hemos tratado en otra ocasión.

 

En Cáceres el dragón es todo un símbolo que decora parques infantiles, ilustra promociones comerciales y forma parte de algunas de las animaciones lúdicas que se celebran periódicamente. 







      Dragones y animación popular para el día de San Jorge en Cáceres en los últimos años




En cambio, las representaciones antiguas de su derrota a manos del patrón son relativamente escasas como cita Alonso Corrales y ha fotografiado mi incansable amigo Rubén con el habitual celo que siembre pone en el Detalle. Le agradezco que me haya cedido el uso de algunas de sus imágenes. Para ver algunas más y mejores, puedes hacerlo aquí  y  aquí.




 
Retablo de la Concatedral de Santa María, en madera de cedro sin policromar y estilo plateresco. El conjunto lo firman en 1551 los imagineros sevillanos Roque deBalduque y Guillén Ferrant. La escena del dragón, que se atribuye a Ferrant por sus reminiscencias flamencas, es un bajorrelieve enmarcado por un arco de medio punto que refleja a san Jorge cabalgando en posición forzada. El dragón es pequeño y se localiza bajo las patas delanteras del caballo, muestra una cabeza leonina, un torso fuerte de apariencia humana y grandes garras.


 
En la parte superior de un retablo ubicado en el lado del Evangelio de la iglesia de San Francisco Javier (s. XVII) destaca una talla de san Jorge ataviado con traje militar sobre un brioso corcel blanco dando muerte a un fiero dragón de aspecto felino, con grandes colmillos y garras poderosas. Es una talla de un metro de lado que se atribuye a Paulus Manhei.


 
Azulejos en la escalinata interior del palacio de Golfines de Arriba. El santo patrón emplea una lanza de gran tamaño para dar muerte a un dragón poco definido con alas y una larga cola. Unos azulejos similares, pero de menor tamaño, muestran otro dragón, en este luchando con san Miguel, en el cercano palacio de Hernando de Ovando.




En una exposición temporal en el palacio de la Isla, donde está tomada la imagen superior, puede contemplarse esta pieza que habitualmente no se expone al público por estar en el despacho de la alcaldía. Su origen es incierto aunque se cree que pudo pertenecer al retablo de la desaparecida capilla de San Jorge ubicada en la antigua casa consistorial- Se trata de un relieve anónimo, de madera dorada (94x100x12 cm), fechado en el siglo XVI. Representa a un elegante guerrero a caballo que da muerte a un dragón en presencia de una doncella. Aunque algo ingenua en la presentación de las figuras, las proporciones y la perspectiva, el dinamismo que presenta el caballo y la capa son destacables. El dragón aparece en posición defensiva, es de tamaño medio, aspecto feroz, garras robustas, alas de murciélago y cola muy larga y enrollada.




 
San Jorge a caballo, que se expone en el mejorable Museo Municipal de Cáceres. Es una escultura de finales del XVII en madera policromada (100x53x20cm), de factura muy elemental y autor desconocido. El dragón es una masa verdosa e informe de anatomía indiferenciada y cabeza con rasgos simiescos. Se representa vencido, panza arriba, con dos agujeros que en su día acogerían la parte de la lanza que el conjunto ha perdido. 



 
En la escalera noble de acceso al ayuntamiento se halla una escultura de san Jorge y el dragón datada a finales del siglo XVI. Fue colocada en esa ubicación cuando fue adquirida por el alcalde Alfonso Díaz de Bustamante en 1964. Es una pieza de madera policromada de 120 cm de alto que tuvo que ser profundamente restaurada hace décadas, perdiendo todo su color original. El dragón representado no es más que una caricatura del fabuloso animal y parece un dinosaurio panzudo con patas cortas y robustas, garras tridáctilas y alas diminutas.




La pieza más conocida de la ciudad es la escultura en bronce que preside la plaza de San Jorge. Fue elaborada en la década de los sesenta del siglo pasado por el escultor gallego José Rodríguez, que trabajaba en Arganda del Rey y que se inspiró en la imagen anterior. El acabado final es obra del escultor y fundidor Eduardo Capa Sacristán, fallecido en 2013. Por su taller, de la misma localidad madrileña, han pasado algunos de los mejores artistas españoles.



 
Escultura ubicada en una hornacina a la entrada del palacio de Carvajal, sede del Patronato Provincial de Turismo y Artesanía de la Diputación Provincial de Cáceres. Se trata de una valiosa talla (112x42x35cm) del siglo XVI en madera policromada y autor desconocido. Es de estilo gótico francés, con vivos colores y dotada de cierto realismo. El santo va a pie y no en su caballo blanco, en postura reposada y con facciones tranquilas en claro contraste con el aspecto rudo y amenazante del dragón. San Jorge aparece con su habitual iconografía, joven e imberbe, con pelo rubio y largo y vestido con armadura de caballero. El dragón, de notoria ingenuidad representativa, es de color verde oscuro con garras, orejas y fauces de color rojo; sus patas delanteras están dotadas de garras y la mitad trasera de su cuerpo adopta forma de serpiente.

A todos ellos habría que añadir los desafiantes dragones alados que proliferan en el mobiliario y la decoración interior del palacio de los Golfines de Abajo. El dragón formaba parte de las armas del marquesado de Bedmar, uno de los títulos acumulados por la familia poseedora de este inmueble que actualmente es visitable gracias a la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.


La presencia del dragón es fácilmente detectable en muchos otros puntos de Extremadura. Por ejemplo, es una imagen frecuente en la sillería del coro de la catedral de Plasencia. En la parte vieja de este mismo templo, concretamente en la portada románica, aparece otro dragón en la escena de la Anunciación que se encuentra entre el rosetón y la portada.





También encontramos una amplia diversidad de Dragones dormidos entre las rocas que afloran del enorme batolito de granito sobre el que se asienta Trujillo y que actúan como cimientos de sus monumentales palacios. Se trata de criaturas que sólo son visibles para el observador que deambule atento por la villa medieval. Dragones que reposaban olvidados entre piedras y canchos, ajenos al devenir de la vida moderna.


Un campo donde los dragones son muy especialmente abundantes es el de la heráldica. En este caso el dragón se considera un ser de carácter benéfico y tutelar. Se utiliza como emblema desde que el emperador Trajano lo adoptó para las legiones. Tras siglos de abandono fue reintroducido por los cruzados como símbolo de los pueblos a los que combatían. De ahí que el dragón perdiese el carácter benéfico que tenía y que la simbología cristiana lo convirtiese en encarnación del mal y del paganismo. En muchos países europeos el dragón aparece en los escudos de armas como símbolo de vigilancia, de quien vela por los guerreros que luchan al servicio de la religión y de la tradición. En la heráldica anglosajona son frecuentes los dragones alados merced al mito del rey Arturo, hijo del dragón, pues su padre legendario era Uther Pendragon, quien empleara esta criatura en su escudo y estandartes.


En la heráldica española, los dragones alados fueron introducidos por el rey Pedro IV de Aragón, quien los llevaba en la cimera de su yelmo como divisa personal. Desde entonces esta figura quimérica tuvo cierta aceptación en la heráldica española, donde suele representarse de perfil, con cuerpo de reptil, alas de murciélago y patas de águila o de cocodrilo. Pero lo más frecuente es que se blasone solo con la cabeza y casi siempre en forma de dos cabezas enfrentadas y entre ellas una banda, conjunto que se conoce como dragantes, que supone el motivo fantástico más frecuente en la heráldica española. Se dibujan dos cabezas de dragón de sinople, con las fauces abiertas y linguadas de gules, unidas por una banda que va de la boca de un dragón a la del otro (técnicamente al conjunto se denomina banda engolada de dragantes). En realidad supone un jeroglífico que representa la lanza de san Jorge hiriendo las fauces abiertas del dragón. Siguiendo las leyes heráldicas en las que prima la simbología y el diseño inspirado por los principios de abstracción, simplificación y estilización, se prescinde de la figura del santo y del cuerpo del dragón, reduciendo el conjunto a una banda –que representa la lanza del caballero– que se introduce en las fauces de un dragón cuya cabeza aparece en el extremo inferior. Como este diseño quedaría desequilibrado en un escudo se añade otra cabeza en el extremo superior de la banda para llegar al dibujo final.


 

Banda engolada de dragantes en el escudo que engalana la fachada de la casa de los Sánchez Paredes (Puerta de Mérida, 3. Cáceres)


El dragón también es un motivo recurrente en la heráldica municipal extremeña. Por diversas razones lo encontramos en los escudos oficiales de localidades como Almaraz (escudo partido, primero, de oro, una banda de azur engolada en dragantes de sinople), La Codosera (escudo Partido. Primero, en campo de plata, un dragón de sinople), La Cumbre (de gules, una banda, de oro, engolada de dragantes, de sinople, linguados de gules), La Garrovilla (escudo partido. Primero, de azur, el drágon, de oro y cabalgante en el mismo el Arcángel San Miguel, vestido con armadura, espada, rodela y yelmo, todo de plata), Malpartida de la Serena (escudo cortado y medio partido. Primero, de azur, palo vibrado de plata acompañado de dos sirenas también de plata. Segundo, de gules, una banda de oro engolada en cabezas de dragones de sinople lampasados de gules), Orellana de la Sierra (de plata, el león rampante de gules, y aliente de los cantones cuatro dragantes de sinople) o Santa Marta de los Barros (escudo cuartelado. El tercero, de oro, un dragón, de sinople).








3 comentarios:

  1. Muy lindo reportaje, me ha encantado. Saludos.

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